Flor del Desierto: la asociación indígena y familiar que surgió a base de esfuerzo en Pozo Almonte

La agricultora Balbina Mamani destaca cómo ha ido creciendo la organización, que hoy es el sustento de más de 17 familias que habitan esta localidad ubicada en la región de Tarapacá.

Por: Andrés Rojas

“Soy la presidenta de la Asociación indígena Flor del Desierto, estoy en mi tercer período, porque esta es una asociación familiar, que fundó mi abuelito, mi papá y mis tíos el año 90 más o menos”, relata Balbina Mamani, pequeña agricultora de la comuna de Pozo Almonte, en la región de Tarapacá.

Balbina nació en la frontera con Bolivia, en la comuna de Colchane, y llegó, según recuerda, “como a los 4 años. Entonces me crié y he hecho toda mi vida acá”.

“Mi núcleo familiar lo componemos cinco personas: mis tres hijos, mi esposo y yo. Mis hijos tienen otros trabajos, pero a la vez mantienen sus espacios para que cultiven, lo que aprovechan cuando están sin otros trabajos o cuando requieren”, agrega.

Respecto a su rol en la organización, explica que asumió la presidencia por el año 2009-2010, período en que gestionaron bastantes proyectos tanto con la CNR como con otras instituciones.

“Para mí, y para mi familia igual, fue un desafío cómo cultivar aquí en el desierto, no teníamos agua. El tema de la tierra es totalmente diferente a otras, en donde uno puede llegar y sembrar. Aquí hay que hacerle un tratamiento, pero gracias a Dios, siempre nos hemos mantenido unidos y con esfuerzo logramos sacar adelante lo que hoy tenemos”, sostiene Balbina.

En ese sentido, recuerda que “en esos años –2009 y 2010– regularizamos el tema de los derechos de agua, nosotros tenemos 12 litros por segundo, entonces para nosotros no ha sido escaso el tema del agua”, no obstante, puntualiza que “faltaban recursos como para extraerla, y logramos hacer ese tipo de proyectos”.

Avanzando hacia la tecnificación

Si bien, la presidenta de la Asociación Indígena Flor del Desierto asegura que “hoy perfectamente regamos nuestros cultivos”, comenta que cuando empezaron lo hacían por acequia, por lo que se perdía parte importante del recurso.

A pesar de que continúan utilizando riego por inundación, esperan ir dejando esta técnica atrás. Afirma que han incorporado tuberías y “estamos buscando la tecnificación para alcanzar un mayor ahorro y aumentar la superficie cultivada”, por lo que esperan seguir contando con el apoyo de la CNR.

En ese sentido, destaca la última bonificación obtenida a través de la Ley de Riego, alrededor de $150 millones destinados a la construcción de un estanque acumulador de aguas lluvia, que beneficia a una superficie de 26,4 hectáreas.

“Está funcionando hace unos dos años aproximadamente y ha servido bastante para que tengamos una buena acumulación de agua; si no hay agua no hay producción”, recalca.

En cuanto a sus cultivos, Balbina indica que “en la organización tenemos actualmente más de 20 hectáreas de cultivo de alfalfa y algunos espacios en los que tenemos cebolla y ajo, para autoconsumo. Netamente nos abocamos a la comercialización de la alfalfa y eso para nosotros ha sido rentable. Le vendemos a los ganaderos, a las personas que tienen sus pequeñas granjas en La Huayca y La Tirana, que crían animalitos y el constante flujo de personas que vienen a comprar acá”.

“Somos 17 familias, pero ya tenemos que agregar a hijos que han encontrado acá una fuente de trabajo. Ha crecido la familia y en total contamos con unos 70 asociados”, añade.

Finalmente, destaca que la parcela ha sido un “verdadero refugio” para afrontar la pandemia del Covid-19.

“Para nosotros ha sido algo que nos ha sustentado económicamente y un verdadero refugio, vinieron todos a vivir a la parcela. Lo hemos podido sobrellevar porque hemos tenido la libertad de seguir trabajando, en ese aspecto para nosotros no ha sido tan difícil; sin embargo, acá se enfermaron algunas personas, yo perdí a mi papá; pero uno igual lo supera, salimos adelante”.