Pequeña agricultora de Illapel mejora su calidad de vida gracias a proyecto de tecnificación de riego para su plantación de nogales



Betzabé Gálvez, una aguerrida regante del sector Las Cocineras, ha sabido doblarle la mano a la sequía, y apoyada por la CNR, logró instalar un sistema de riego por goteo que le permite utilizar de forma más eficiente cada gota de agua.

Por: Karina Silva

En el sector de Las Cocineras, en la ruralidad de Illapel, vive Betzabé Gálvez, una pequeña agricultora que durante años ha dedicado todas sus energías a producir la tierra. Acompañada de sus gallinas y perros, de sol a sol trabaja en su pequeño campo, labor que en los últimos años se ha enfocado en la producción de nueces, emprendimiento que le ha permitido salir adelante junto a su hijo y pagar sus estudios en la carrera de Agronomía, tras enviudar hace algunos años.

Fue este mismo espíritu luchador y los consejos de su hijo, que  es agrónomo, los que la llevaron a buscar un consultor inscrito y presentar un proyecto al Programa de Pequeña Agricultura de la Comisión Nacional de Riego (CNR). Felizmente, su iniciativa fue bonificada con $7 millones 600 mil, apoyo que le permitió concretar su proyecto de instalación de un sistema de riego por goteo y electrificación con generador, que beneficia cerca de media hectárea de nogales. “Siento una felicidad enorme porque esperamos tanto el bono, nunca pensé que me saldría y ahora que es una realidad tengo una alegría y agradecimiento inmenso a todas las instituciones que nos ayudan de diversa forma para que nosotros podamos crecer un poquito, porque somos agricultores pobres y esto nos da un aliento”.

Un tanto nostálgica, Betzabé mira hacia atrás -sus nogales-, y orgullosa de todo lo que ha logrado, en base a mucho esfuerzo, ñeque y fe. “Mi generación ya se va a terminar, pero van a quedar mis hijos y esto va a ser una tremenda ayuda en el día de mañana. Este bono nos permitió fortalecer la parte agrícola, ya que nosotros necesitamos agua y cuando se pone más escasa tenemos un gasto grande en las bombas y en los pozos y con esta tecnificación tenemos una tremenda ayuda. Antes regaba colocando mangueras, tenía que usar harto la pala, y con los años la fuerza ya no me acompaña, por lo que este proyecto es maravilloso”.

La agricultora illapelina está muy agradecida de la CNR, institución que no solamente le entregó apoyo económico cuando más lo necesitaba, sino que cambió y mejoró sus condiciones de vida. “Siento una extraordinaria gratitud y vamos a seguir postulando otros proyectos para poder ampliar el riego para mis nogales, que nos han abierto el camino para seguir adelante. Antes nos dedicábamos a la siembra de porotos y de trigo que nos dejaba muy poquita ganancia, porque las semillas eran muy caras, en cambio, con los nogales hemos podido ir ‘tirando para arriba’, ya que antes era mucho el trabajo, y poca la recompensa, donde nos pasábamos el día limpiando y manteniendo las siembras. Soy una persona de campo, con poca educación”.

Ahora, esta pequeña agricultura mantiene esa misma fe y cada día se levanta con la convicción de aportar con un granito de arena para continuar mejorando su plantación de nogales, que más que un sustento económico, son una de sus ocupaciones que le dan fuerza y energía para continuar batallando y enfrentar la sequía de una mejor forma. “Este pedacito de tierra es parte de mí, de mi vida. Aquí hay mucha historia, muchos recuerdos felices, y otros no tanto, pero que me mantienen con ganas de seguir cumpliendo años. Ahora, lo importante es que llueva, porque, aunque sea poquita el agua, me permiten regar y sembrar esperanzas en el futuro. No quiero que mi campo se muera porque sé que, si eso pasara, también parte importante de mí se moriría”.

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