Claudio Valderrama, agricultor de Padre Las Casas: “siempre, en lo que nosotros hagamos hay que intentar hacer algo por los demás, así vamos a ir construyendo algo mejor”

Por: Macarena Sáez

La comuna de Padre Las Casas se ubica a 20 minutos de la capital de la región de La Araucanía, y entre su población destacan campos que, con el tiempo y trabajo, han hecho crecer la agricultura regional.

Uno de esos campos es el de Raquel Queupemil y Claudio Valderrama, matrimonio que lleva más de 20 años de trabajo en el rubro hortícola, donde la historia de perseverancia y esfuerzo se ven reflejados en su actual emprendimiento.

“Bueno, nosotros somos una familia Mapuche, dado que yo también tengo la calidad indígena junto a mi señora.  Nosotros adquirimos este campo por el subsidio de tierras a través de la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena) en el año 1996 y desde ahí nos dedicamos al tema de la agricultura”, cuenta Claudio con emoción.

“Para nosotros, hay dos temas muy importantes: la tierra y el agua. Cuando llegamos a este campo, lo compramos y no tenía riego, entonces yo recuerdo que en los primeros años nosotros sembramos remolacha y la verdad es que era bastante deprimente en los meses de diciembre, enero y febrero. La remolacha sufría y tenía un tremendo estrés hídrico y una escasez de agua. Recuerdo que el año 97, 98, sembramos (remolacha) con un convenio de IANSA con el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) que era de secano no más, y nos fue bien ese año. Cosechamos bastante, logramos sacar un poco de dinero, pero al año siguiente, buscando por aquí y por allá, nos metimos al río Quepe que está acá cerca, a 500 metros, en una zona bastante difícil. Ahí buscamos una especie de terraplén y hasta que logramos llegar con agua al campo”.

“En el primer año, cuando sembramos remolacha sin riego, sacamos algo así como 48 toneladas de remolacha limpia y al año siguiente, cuando sembramos remolacha con riego, sacamos 112 toneladas. Obviamente IANSA me premió bastante, nos fue bastante bien y fueron años exitosos hasta el año 2000”, recuerda Claudio.

Dificultades en el camino

Desde esa época, a Claudio y Raquel les surgieron muchas dificultades, pero sus ganas de surgir les dio pie para seguir adelante trabajando.

“Nosotros hemos trabajado firme desde entonces. Partimos con trigo y remolacha, cultivos tradicionales y desde el año 2003 en adelante, nos dedicamos al tema de las hortalizas. Y siempre las hortalizas, han sido un mercado feble en términos económicos. Comercializábamos nada más que en ferias y siempre quisimos buscarle un espacio o un valor agregado, de tal manera que entonces empezamos a vender en algunos supermercados locales; después en algunas cadenas nacionales, y ya por el año 2008 o 2009, empezamos a hacer algunos productos procesados, pre-elaborados, de manera muy artesanal, y los vendíamos en algunas cadenas de restaurantes de Temuco y, la verdad, es que nos iba bastante bien con eso”.

Este matrimonio, siguió con sus productos pre-elaborados hasta que en el año 2017 se les abrieron nuevos mercados y, a través de INDAP, que firmó un convenio con la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), que obliga a esta última a comprar el 5% a los agricultores locales que son beneficiarios de INDAP, lograron repuntar hasta el año 2020.

“Cuando partió este tema de la pandemia, en marzo del año pasado, el negocio de los productos procesados y preelaborados que hacíamos se terminó, porque no pudimos seguir adelante porque la canasta que entrega ahora JUNAEB a los niños, no llevaría estos productos, y ahora solamente contiene productos frescos. Eso nos provocó una merma bastante importante en términos económicos, pero a pesar de todo esto, igual seguimos trabajando y gracias a Dios, nos hemos podido sostener como familia y también a las personas que hemos podido mantener con trabajo, que son alrededor de 10, a diferencia de tiempos ‘normales’, en los que el número de trabajadores bordeaba las 25 personas”.

Claudio cuenta que con Raquel tienen dos hijos, y siempre han vivido de la agricultura. “Yo en lo personal no tengo otra actividad económica, solamente esto, que ha sido nuestra actividad y nuestra satisfacción, sobre todo la de generar empleo, porque estamos en un lugar donde hay bastante pobreza y siempre acá -en su campo- ha habido trabajadores que buscan un espacio para el sustento de sus familias”, enfatiza Claudio.

Ayudas estatales

En el último periodo, Claudio y Raquel han recibido ayuda para inversión a través del Gobierno, con instituciones públicas como: el Servicio de Cooperación Técnica (SERCOTEC), Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), INDAP y la Comisión Nacional de Riego (CNR), esta última mediante el convenio que tiene con la CONADI.

“El convenio CNR-CONADI nos ha ayudado mucho, porque ya estábamos presentando muchos problemas para regar. De hecho, la JUNAEB nos había dado plazo para este año 2021 seguir regando nuestras hortalizas con agua del río, ya que, por temas sanitarios, estamos obligados a regar con agua limpia. Por esa razón, postulamos al concurso de riego de este convenio, donde pudimos construir un pozo que tiene una profundidad de 85 metros, construido en un lugar que tiene muy mal historial de pozos profundos. Igual tuvimos un poco de temor al principio, pero afortunadamente, fuimos bendecidos digo yo, porque nos dio un caudal bastante alto. Aspirábamos a 8 litros por segundo y la verdad, es que el pozo nos podría dar hasta 40 litros por segundo, lo que nos resuelve el problema 100%”.

Gracias a este pozo, Raquel y Claudio pueden seguir comercializando con JUNAEB y cumplir con la norma sanitaria, que establece que las hortalizas que crecen a ras de suelo tienen que ser regadas con agua limpia o agua de pozo profundo y eso tiene que estar certificado.

Claudio agrega que “eso es muy bueno, porque los niños y jóvenes no van a estar en riesgo con la alimentación que uno puede llevarle. Sabemos que los ríos están contaminados, entonces, este pozo viene a resolvernos ese problema y además de eso, a mejorar todo el sistema de riego que tenemos. Por ahora usamos bastante el riego por aspersión, que no es muy eficiente, razón por la cual, ahora vamos a poder usar riego por goteo con agua limpia, ya que la segunda parte del proyecto contempla la tecnificación, lo que mejorará sustancialmente la actividad económica que nosotros hacemos. Tal es así, que nos va a permitir poner riego por goteo en 6 hectáreas para plantación de cerezos, los que queremos empezar a plantar a fin de año, o en el primer semestre del próximo año”.

“Postulamos a una especie de carrete con alas, que nos va a cubrir algo así como 50 metros y a 300 metros de distancia. Los campos acá son pequeños, por lo tanto, técnicamente lo podemos desarrollar y poner todo el sistema de riego por goteo que necesitamos tanto para los frutales, como para las hortalizas que crecen a ras de suelo. Así que felices, agradecidos porque les han dado importancia a la actividad que nosotros hacemos, se han preocupado -CNR y CONADI- y eso es lo que nosotros queremos”.

Para Claudio también son importantes las alianzas que han logrado hacer con otras empresas que les compran con las concesionarias de la JUNAEB. “Estamos conversando con las cárceles, con el Ejército y con los hospitales, para que compren nuestros productos, en tanto esta pandemia pase, ojalá, Dios quiera pronto, y nosotros estar preparados para seguir adelante”.

Trabajo y compromiso

“Hay que trabajar duro y sembrar bien, como digo yo, sembrar bien en la vida, sembrar en tierra buena. Todo lo que haga uno acá es en tierra buena, para que dé buenos frutos: en el trabajo y en lo social.  Yo digo que el tema es compartir el trabajo. Yo no doy trabajo, yo comparto trabajo, que es distinto, porque el otro que viene a trabajar, está haciendo algo por mí, entonces no le estoy dando nada. Siempre, en lo que nosotros hagamos hay que intentar hacer algo por el resto, por los demás, así vamos a ir construyendo algo mejor. Y en los tiempos difíciles, nosotros, la gente de campo, somos grandes, porque sabemos levantarnos. Yo me he caído hartas veces y me he levantado. Uno tiene fortaleza y siempre la lucha es para construir un mundo mejor… no para mí, ni para mis hijos ni mi familia, sino para todos. Y desde acá, un campo que tiene 12 hectáreas, nosotros lo podemos hacer”.

“Tenemos el compromiso de aumentar la producción o aumentar los empleos, para poder de alguna u otra manera devolver esos recursos. Yo a todas las personas que nos visitan acá les digo que el Estado no es un saco roto que solamente tiene que entregar, no. Tiene que recibir también, porque nosotros recibimos mucho de ellos y los recursos son fungibles, se agotan, entonces debemos tener claro eso, no nos están regalando nada. Tenemos que saber devolver esa inversión, con trabajo, aumentando nuestra producción, son muchas las formas”.

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