Roberto Llanquitruf, agricultor de Vilcún, un visionario que descubrió en la tierra, la riqueza que le permitió salir adelante

Con años de trabajo en el norte, finalmente Roberto se asentó en La Araucanía, para desarrollar sus conocimientos y habilidades en el campo, que jamás imaginó le darían tan lindos frutos.

Por: Macarena Sáez

Roberto Llanquitruf Painaqueo, de 40 años, es un hombre alegre, entusiasta y orgulloso de lo que hace. Casado hace 16 años “por las 2 leyes” -como dice él-, y junto a su esposa tienen tres hijos. Orgulloso nos cuenta su trayectoria y la esperanza que ha puesto en el campo, a punta de esfuerzo y trabajo.

“A los 16 años salí a trabajar para el norte, como temporero en la uva. Recorrí Copiapó, Vicuña, Ovalle, Vallenar, Santiago y Rancagua. Y estuve por lo menos unos 15 años trabajando de temporero. Después empecé a trabajar en otro rubro, la locomoción colectiva, donde estuve como 3 o 4 años siendo chofer de colectivos y micros, en recorridos que iban de Vilcún a Temuco”.

Después de 19 años trabajando en diferentes lugares y rubros, Roberto, que es técnico agrícola, sintió el llamado del campo y decidió empezar un nuevo camino trabajando la tierra.

“Mis viejos tenían un terreno, aquí en Vilcún, que lo tenían medio abandonaíto. Y bueno, yo como estudié técnico agrícola nivel medio, decidí ejercer de a poquitito lo que estudié. Entonces empecé a construir un invernadero y me di cuenta de que la riqueza estaba en la misma tierra. Y fui creciendo de a poco. Me hice mi casa y compré un vehículo, gracias al trabajo que me dio el campo. Me ha ido bien. Gracias a mi esfuerzo y gracias a mi familia también que me ayudan harto, y unos vecinos que a veces también me vienen a ayudar. De esa manera, he podido salir adelante”.

Luego de años de trabajo y “meterle ganas” a su campo, Roberto ha logrado vivir de la tierra, en la que ha forjado su pequeña empresa en la que vende los frutos de su trabajo.

“A punta de esfuerzo, ahora tengo una pequeña PYME que me ha ido súper bien. Tengo flores y vendo al por mayor y coloco frutillas, también al por mayor”.

“Doy gracias que a mí la pandemia no me ha afectado mucho, porque tengo el pueblo cerca, el de Temuco. Estoy a 15 minutos en vehículo. Y en la feria yo tengo muchos clientes. Incluso vienen a buscar aquí mismo la mercadería. Eso es bueno para mí, yo me hice de esos clientes desde hace 3 años. Tengo buena salud, no tengo enfermedad, que es algo muy valioso por estos días”.

Con intenciones de aprovechar mejor el agua, Roberto postuló un proyecto de pozo profundo a un concurso especial para el pueblo indígena, realizado por el convenio entre la CNR y la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI). Hoy, su proyecto se está construyendo y lo mantiene esperanzado y feliz por la ayuda estatal.

“El proyecto para mí es súper, es genial porque es una inversión segura para mí. Porque yo tengo aquí abasto de agua no más, y tengo un pozo, que es de 26 metros, pero no es para riego, es para consumo y de ahí yo igual saco un poco para regar mis plantas. Entonces por eso, lo que me dieron ahora, a través del concurso, ha sido excelente. Me están construyendo el pozo profundo, con el que podré avanzar mucho más y ojalá, espero crecer más todavía en mi emprendimiento. Ojalá poder ser algún día un empresario. Agradecido de CONADI que, junto con la CNR, hicieron este concurso donde resulté favorecido”.

Para Roberto y para todo el pueblo Mapuche, la tierra es sagrada y antes de construir cualquier obra o trabajo se realiza una ceremonia en respeto a la madre tierra.

“Bueno, la ceremonia, es una tradición que tenemos nosotros los pueblos indígenas. A mi viejo igual le gusta eso, entonces yo igual lo apoyo. Y como es tradición, teníamos que hacerlo. Pedir permiso a la tierra para moverla y agradecer el agua que de ese pozo tendremos para seguir trabajando”.

“A los hermanos Mapuche, a los Peñi y Lamgnen, quiero decirles que uno se las puede arreglar. Teniendo tierra, uno puede sembrar, puede cultivar y se las arregla solito. A la gente que quiere surgir, hay que hacerlo con fuerza no más, y ponerle empeño… levantarse temprano, trabajar harto, y hay que estudiar un poquito, porque sirve harto el estudio. El que trabaja, Dios lo ayuda”.

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